Parto por agradecer la confianza de Jorge Jaraquemada y Francisco Leturia de elegirme como presidenta del Consejo en esta etapa, pero también a la ex Presidenta de la República y el Senado, que confiaron en mi para asumir el rol de consejera por seis años. Asumo con compromiso y mucha convicción la tarea que hoy me encomiendan. Agradezco también y muy especialmente a todas las funcionarias y funcionarios de este Consejo, como a nuestra asociación de funcionarios, que en tiempos complejos pero también llenos de esperanza como los que vivimos, han dado muestra de su férreo compromiso con la protección de derechos fundamentales como el acceso a la información pública y la protección de datos personales.
¡¡ESE ES EL ESPÍRITU QUE NOS HA CARACTERIZADO Y QUE DEBEMOS MANTENER!!
Quisiera agradecer también a todos quienes están conectados a esta sesión en la que iniciamos una nueva etapa de esta institución. Para los desafíos que enfrenta el Consejo, el país y el mundo, necesitamos el fuerte compromiso de quienes, desde la ciudadanía, creen en el trabajo que hacemos.
Agradezco, por último a mi familia. A mi hija Magdalena, a mis papás y hermanos, a mi compañero, Sergio y a mis amigos de la vida, por el apoyo siempre incondicional.
Estamos frente a un momento particular de la historia de nuestro país y del mundo.
Hace un poco más de un año tuvimos el estallido social probablemente uno de los más relevantes del último siglo, donde la ciudadanía se levantó para pedir por un nuevo trato y una nueva forma de construir nuestra sociedad. Luego vino la pandemia, que nos ha obligado a permanecer confinados frente al dolor que ha significado no sólo la condición sanitaria, la consecuente crisis económica y social, además de la muerte de miles de compatriotas. Producto del estallido y del “Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución” hemos celebrado el fin de semana recién pasado un plebiscito que habilitará un proceso constituyente. Las y los chilenos hemos demostrado, una vez más, que podemos privilegiar el camino institucional para resolver nuestras diferencias. Esto, sin duda, nos impone un redoblado compromiso como institución garante de derechos fundamentales por poner al centro un valor tan relevante como la transparencia.
Tenemos desde hoy un tremendo desafío por delante y quiero declarar mi compromiso frente a ustedes de asumir con mucha convicción la tarea que me tocará liderar. Soy la segunda mujer consejera y presidenta de este Consejo, mi compromiso es también con transversalizar la perspectiva de género y trabajar duro para que otras mujeres, nuestro equipo y también nuestras usuarias, sientan que la igualdad de género tiene y debe ser una realidad para una democracia moderna.
Desde nuestro Consejo hemos pasado también tiempos difíciles, que duda cabe. Desde lo institucional, nos ha tocado hacernos visibles públicamente, a ratos, por cuestiones por las que no quisiéramos ser conocidos. Creo, como ha señalado Jorge, que estas vicisitudes nos pusieron a prueba. No fue agradable para nosotros e imagino que para ustedes tampoco, ver envuelta a la institución en cuestionamientos de carácter público, pero creo que con templanza, entereza, pero también mucha cohesión, logramos salir adelante. Creo que independiente que entre los consejeros tengamos miradas distintas sobre muchas cosas, compartimos una vocación común respecto a la responsabilidad que nos convoca en nuestro rol en el CPLT. Las personas pasan, las instituciones quedan y nuestra responsabilidad es mantener muy por alto el prestigio institucional y centrar el foco en la tremenda tarea que tiene nuestra institución como un órgano garante de derechos.
Quisiera agradecer especialmente a Jorge Jaraquemada por el compromiso que asumió en la superación de las dificultades que enfrentamos. La convicción para liderar, desde el principio, el proceso de fortalecimiento institucional ha rendido frutos. Agradezco también muy especialmente a nuestra asociación de funcionarios, que se abrió al diálogo y al trabajo conjunto durante estos meses. Hoy no sólo tenemos una institución que se ha hecho cargo de superar muchos de sus problemas y atender muchas de las aspiraciones de los funcionarios, sino que también se ha generado un nuevo espíritu y una nueva manera de relacionarnos, que es un punto de partida clave y vital para el proceso que inauguramos hoy. Me alegro haber sido parte de este proceso y me comprometo a seguir recorriendo esta senda.
El estallido social del 18-O y el “Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución” nos trajo hasta un plebiscito nacional donde, por la vía institucional y democrática, las y los chilenos hemos definido que iniciaremos un proceso constituyente que traerá, probablemente, no sólo una nueva constitución política, sino que un nuevo pacto social para Chile. Se trata de un proceso que tendrá largo aliento y que requerirá cuidar cada uno de sus hitos, de manera de garantizar que sea nuestra democracia la que se vea fortalecida. Todo ello ocurrirá, además, en un momento donde las instituciones tienen bajos niveles de confianza, cuestión que hace particularmente relevante el desafío de nuestra institución.
La transparencia y el acceso a la información, estoy convencida, cumplen y cumplirán un rol central.
Si miramos nuestra experiencia de más de una década del Consejo, sabemos que cuando las personas conocen y usan un derecho como el que nuestra institución tiene el deber de garantizar, tienden a confiar más en las instituciones y tienen una mejor percepción sobre el funcionamiento del Estado. Sabemos también que el acceso a la información pública permite ejercer no sólo el control social sobre las autoridades, como ha quedado en evidencia durante nuestros años de funcionamiento, sino que permite el ejercicio del derecho llave, es decir, es la puerta de entrada para el ejercicio de otros derechos.
¿Cuál es nuestro desafío?
Sabemos que la apropiación del derecho por parte de la ciudadanía tiene limitaciones, que su conocimiento es aún escaso y que, en general, existe un acceso desigual, al menos, respecto a los ciudadanos que tienen posibilidad de llegar al Consejo. Así, por ejemplo, nuestros niveles de conocimiento como institución alcanzan apenas el 21%, pese a que la transparencia, como valor, tiene un nivel de aprobación del 93%.
Así también sabemos que, en general, las personas que concurren al Consejo para denunciar incumplimientos en la ley de transparencia, tienden a ser hombres, con niveles superiores de educación.
También sabemos que a nivel local, por ejemplo, las mayores solicitudes de acceso a la información se producen por parte de mujeres de estratos sociales C3 y E, que buscan ejercer a través de la solicitud de información otro derecho, pero que desconocen sus procedimientos.
¡¡TENEMOS QUE CAMBIAR ESTA REALIDAD!!
En momentos donde la crítica de la ciudadanía es hacia las instituciones tradicionales de la política, donde la desconfianza campea y donde estamos frente a definiciones tan relevantes para nuestro sistema democrático, es que tenemos más que nunca que redoblar nuestros esfuerzos y acercar la transparencia para que no sólo sea una buena palabra, sino que se transforme en una pieza clave en el ejercicio del derecho de acceso a la información. Necesitamos que las personas conozcan su derecho y que pueden hacerlo exigible de manera de dotarlos de una herramienta de control social, que permite combatir la corrupción y que habilita el ejercicio de otros derechos.
Por esta razón, creo que tenemos que volcarnos a un rol docente y más cercano. Y sé que nuestro equipo ha estado trabajando en distintas estrategias que van desde la capacitación hasta ejercicios focalizados de fiscalización.
También es preciso que podamos disminuir los tiempos en que respondemos a los ciudadanos que llegan de amparo o reclamo al Consejo. Hemos hecho un enorme esfuerzo en esto, pero es cierto también que cuando las personas recurren a nuestra institución, especialmente si lo que se busca es ejercer el derecho llave, probablemente la espera juega en contra de sus propias expectativas de ver resueltas sus demandas.
PONERNOS EN LOS ZAPATOS DE QUIENES SON NUESTROS USUARIOS ES CLAVE, TENEMOS NO SOLO QUE ESPERAR QUE LLEGUEN, HAY QUE SALIR A BUSCARLOS.
Por su parte, es clave también seguir redoblando nuestros esfuerzos en materia de protección de datos personales. Hemos visto como la pandemia ha instalado en Chile y en el mundo no sólo el debate respecto a la disponibilidad de información oportuna, sino que también esto ha instalado a nivel mundial un debate relevante sobre la protección de datos y la “sociedad de la vigilancia”.
Hemos visto que en ausencia de legislación adecuada, como en nuestro país, se abre la puerta para que se vulneren derechos fundamentales, especialmente cuando se trata de datos sensibles, como los que corresponde a salud. Seguiremos firmes levantando la necesidad que se genere una legislación adecuada y que esta reconozca al CPLT como el órgano competente en esta materia.
Hemos dicho, estamos en un momento particular de nuestra historia. La puerta que abrió el proceso constituyente requiere ser responsables con la ciudadanía que depositó la confianza en el camino institucional. Para eso, son importantes cada uno de los hitos de este proceso y creemos que la transparencia y el acceso a la información, en el marco de un ecosistema en esta materia, cumplirá un rol central para dotar de confianza y legitimidad al proceso. Vamos a levantar no sólo propuestas en materia de transparencia y acceso a la información para el funcionamiento del órgano constituyente, sino que vamos a velar porque en el nuevo texto constitucional se incorpore el reconocimiento de derechos fundamentales tan importantes como el acceso a la información pública, la protección de datos personales y también el reconocimiento constitucional que requiere un órgano como el nuestro.
Mi compromiso personal.
Quiero señalarles que, aunque nuestra ley no contiene una expresa incompatibilidad ni exclusividad en el ejercicio del cargo, he tomado la decisión de dedicarme por entero a la labor del Consejo, dejando apenas compromisos académicos y mi rol en el Consejo Permanente para la Modernización del Estado, que creo compatible y complementario con la tarea de este Consejo. Por esta razón, el día de hoy presenté mi renuncia a la presidencia de la Fundación Chile 21 y desde fin de este mes, cuando se producirá una renovación del directorio de dicha institución, dejaré definitivamente ese espacio después de 10 años de haber cumplido diversas tareas en un centro de pensamiento que me vio crecer profesionalmente.
Esta es una decisión que tomé hace un buen tiempo y que había comunicado a algunos cercanos. No fue fácil, uno se encariña con los compromisos y proyectos que emprende, pero me asiste la convicción que la responsabilidad que hoy se me asigna, más aún en los tiempos que corren y con los enormes desafíos que tiene por delante nuestro país, hacen necesario subir nuestros propios estándares en el ejercicio de una función tan importante como esta. He tomado la decisión, además, de renunciar a la asignación correspondiente a los gastos de representación que se imputan a mi remuneración mensual y me ceñiré estrictamente a lo que para estos efectos está regulado en el presupuesto general del Consejo.
El que me dedique exclusivamente a la presidencia del CPLT tiene también un propósito. Decía que tenemos un contexto nacional y también internacional, que nos plantea un tremendo desafío por delante.
Sé que para todas y todos han sido momentos complejos, de incertidumbre y también de esperanza.
Hoy iniciamos un nuevo camino, esperamos que pronto se incorporen a este dos nuevos consejeros, pero tengan por seguro que cuentan con mi compromiso y también contarán con toda mi dedicación para que esta institución cumpla el rol tan relevante que se le ha encomendado. Proteger derechos fundamentales en momentos donde lo que nuestro país tiene es una tremenda oportunidad para profundizar su democracia es una tarea noble y ciudadana, y esto sólo es posible si contamos con el compromiso férreo de cada uno de ustedes.
¡Muchas gracias!
Jueves, 29 octubre 2020